martes, mayo 11, 2004

LOS BOTES QUE DA LA VIDA

Por cavalgar1@hotmail.com

Los botes que da la vida espantan los sueños.

Basta haber llegado a la adolescencia, para darnos cuenta que la vida es un continuo cambio. La mayoría de las personas se enfrentan a su primer gran cambio de rutinas y de amigos/as, cuando terminan los estudios (aun cuando esto no signifique, que concluyeron la escolaridad).

Los cambios que trae la vida, unas veces nos ponen en el camino de los proyectos, otras veces son eventos inesperados que en algunas oportunidades resultan gratos y otras, molestos o dolorosos.

Pero por impredecibles que sean las cosas, nadie esperaría que al terminar los estudios su vida dé un bote por aceptar una invitación a comer pizza y tomarse una cerveza. Nadie esperaría que a raíz de esta invitación tuviera que pasar los siguientes cinco meses yendo de la SIJIN a Medicina legal, de la Fiscalia al centro de salud, y luego correr para donde el abogado, y si no le sirve, buscar otro. Y como si fuera poco, pasar una semana en un hospital debatiéndose entre el miedo a la muerte y el miedo a la vida.

Ésta es a grandes rasgos la historia de Sandra Orejarena Troya, quien con sólo 19 años ya es bachiller del colegio Santander y Auxiliar de enfermería, y como todas las jóvenes de su edad al terminar los estudios, esperaba encontrar trabajo y ejercer su carrera. Por eso aceptó la ayuda de un político, el diputado de la Asamblea de Santander, Jorge Enrique Orejarena Colmenares, quien no sólo le prometió colaborarle, sino también - como consta en las declaraciones dadas por él a la Fiscalia - , el seis de noviembre del año anterior fue personalmente a presentarla y recomendarla para un trabajo, y después la llevó a comer pizza y tomar una cerveza.

Como aparece en el proceso de la Fiscalia, Sandra denunció al Doctor Orejarena por acceso carnal violento en estado de indefensión (en este caso se refiere al suministro de una droga con la que la persona pierde la voluntad y queda sujeta a la voluntad de otro). Sandra quedó en embarazo. En Semana Santa después de una semana en el hospital, tuvo el parto de un varón de cinco meses de gestación, que vivió dos horas.

Sandra hoy se hace muchas preguntas ¿Cómo me hubiera podido negar a ir a esa pizzería, si sentía que él me estaba ayudando? ¿Por qué a mí? ¿Qué pasó con mi vida? Ahora ¿qué más me tocará vivir? ¿A dónde se fueron mis sueños?

Los botes que da la vida, a veces espantan los sueños; los sueños de una joven de 19 años que podrían ser como los sueños de su hija, su sobrina o su hermana, de usted o de cualquier otra persona.